[...] "No me acerco a él, ni tampoco lo toco. Después de aquella ocasión en la que durante la cena apoyé mi mano sobre la suya y él la retiró, no he vuelto a tocarlo nunca. [...] Además hay cosas que son demasiado poderosas como para expresarlas con palabras.
- Por lo menos permitid que os diga una sola vez que no quiero marcharme de aquí - digo en tono glacial.
[...]
- Ya lo sé -responde- y puedo deciros que la pena me inundará cuando os hayáis ido. Voy a echaros de menos.
- Vos me amáis como a una hermana -insisto. Estoy desafiándolo a que me contradiga.
Pero él se vuelve, da un paso, y luego se vuelve de nuevo hacía mi. [...] Jasper se para en seco, apenas a medio paso de mí, lo bastante cerca como para que sienta el calor de su aliento en mi mejilla, lo bastante cerca como para que pudiera arrojarme a sus brazos, si me atreviera.
- Ya sabéis que no puedo hablar -dice con nerviosismo- Partid sabiendo que pensaré en vos cada vez que me levante de la cama, cada vez que me arrodille para rezar, cada vez que pida que me traigan mi caballo, cada hora de cada día. Hay palabras que el honor no permite entre nosotros, de modo que no voy a decirlas. Tendréis que conformaros con esto.
Me froto los ojos con fuerza y, cuando retiro los puños, los noto humedecidos por las lágrimas.
- Pero eso no es nada -digo con pasión- Nada en comparación con lo que yo quisiera deciros a vos. No es en absoluto lo que deseo oír."[...]
Philippa Gregory - La Reina Roja
Enero de 1458 - Margarita Beaufort y Jasper Tudor
Páginas 100 y 101
No hay comentarios:
Publicar un comentario