El amor por la cultura egipcia me viene ya desde muy pequeña. Fue algo tan sencillo como una película lo que me hizo descrubrir todo un mundo que incluso ahora sigue sorprendiendo, no solo a mí sino también a millones de personas en el mundo. Es tal mi afición al conocimiento de Egipto que incluso con 19 añitos solamente decidí dejar huella de ello sobre mi piel. Sobre mi omóplato izquierdo llevo el Ojo de Horus, símbolo que los egipcios consideraba protector y mágico. Este es un símbolo solar que representa el orden, lo imperturbable y el estado perfecto. Pero ¿quién era Horus? Según la mitología de esta cultura, Horus era el hijo de Osiris, dios que fue asesinado por su hermano Seth. Horus vengó a su padre en innumerables ocasiones batallando contra su tío Seth. Durante estas luchas el joven Horus perdió miembros vitales, entre ellos el ojo izquierdo. Gracias a la intervención de Thot, su ojo fue sustituido por por el Udyat para que el dios pudiera recuperar la vista. Este nuevo ojo estaba dotado de cualidades mágicas. La primera vez que se utilizó con propiedades mágicas fue para devolver a la vida a Osiris ya que Seth no se conformo con asesinar a su propio hermano sino que lo despedazó y espacio los pedazos por toda la tierra de Egipto.
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